DISCURSO PRONUNCIADO EN EL AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN EL 20 DE ENERO DE 2010
A lo largo de estos trece años La Oreja de Van Gogh ha recibido decenas de premios por todo el mundo pero nuestra experiencia hoy no sirve de nada al subir aquí para recoger el más bonito de todos ellos.
Apenas pasamos los treinta y nuestra música ya nos ha llevado por más países de los que sabríamos señalar en un mapa, nuestros discos se han vendido por millones y por millones también se cuentan las personas que nos han visto en concierto. Pero en realidad todo eso ya lo sabíais.
Lo que no sabéis todos, por gracia y por desgracia de los titánicos lanzamientos discográficos, es que todo nace aquí, en nuestra ciudad, en un ambiente absolutamente íntimo y relajado. El marketing nunca nos reflejará en pijama repasando la letra de alguna canción en casa de los aitas o con cara de recién levantados en el legendario Amara-Sanitaria que nos lleva al local donde ensayamos cada mañana. Sin embargo, ésa es una realidad con la que nos identificamos mucho, muchísimo más que con la que nos sitúa en la alfombra roja de los Grammy.
Hoy todo es diferente, muchos de los que habéis venido conocéis al grupo desde dentro y sabéis de sobra que, en lo esencial y a pesar de lo que digan nuestra báscula y nuestro peluquero, poco ha cambiado desde aquel verano que, sentados en la playa de Ondarreta, estos amigos decidiéramos juntarnos para aprender a tocar nuestras canciones favoritas.
Desde los comienzos ha quedado todo en casa y la universidad nos enseñó a quedar cada mañana en el Koldo Mitxelena para, seamos sinceros, terminar tomando un interminable café en el Uda Berri hablando de música más que de derecho natural o macroeconomía. Al principio ocasionalmente y al final casi como una costumbre, los ensayos del fin de semana comenzaron a conquistar terreno al viernes, luego al jueves, miércoles…
Así, poco a poco y sin darnos cuenta, exactamente como se hacen las cosas con el corazón, íbamos escribiendo las canciones que, aunque aún no lo sabíamos, más tarde se convertirían en nuestro primer disco gracias Jennifer Ces, una donostiarra medio londinense que dejó de dar clases de inglés en el San Patricio para trabajar en Sony Music. Creyó en nosotros más que nosotros mismos y de no haber sido por su cabezonería ninguno de los que estamos aquí podríamos contar a nuestros futuros nietos que eso de la estantería es un Tambor de Oro.
Canciones como el 28, escrita entre todos comiendo un bocadillo en un bar de Virgen del Carmen, cerca de nuestro antiguo local en Egia, de pronto se convirtieron en “costumbristas composiciones con reminiscencias de soul blanco” para alucine general. Nuestra afición, nuestro plan de amigos, todo comenzó a proyectarse amplificado como las sombras chinescas, que convierten las dos manos ingenuas de un niño en un flamante cóndor gigantesco. ¿Cómo se le explica a un periodista de Los Ángeles que el nombre del grupo se nos ocurrió aburridos en la cafetería Txalaparta de Amara porque necesitábamos uno para un concierto en el bar Dioni’s? ¿Cómo contamos en un reportaje mexicano que necesitábamos la opinión de las chicas del Eroski de encima del local para elegir las canciones de un disco? ¿Cómo se le cuenta a la audiencia de un programa en Colombia que aquellas historias de amor solían comenzar cualquier sábado en la calle San Bartolomé? Ahora ya lo sabéis, este acto tan familiar y entrañable que estamos viviendo con vosotros pronto se convertirá en un “solemne y multitudinario acto en el que el quinteto donostiarra hizo una semblanza de su trayectoria, blah, blah…”
Este 20 de Enero lo recordaremos para siempre como el día perfecto. Es el comienzo de un 2010 soñado, repleto de proyectos y buenas noticias. A Paula, la primera sobrina del grupo, la acompañan en el cargo María y Sofía desde hace escasísimas semanas (Pablo y Haritz son hoy los únicos presentes que han dormido poco sin haber estado de juerga). Otros finalmente daremos el paso de casarnos mientras estamos dedicados a la composición de un nuevo disco, quizá nuestro período favorito ¡Parece providencial que hasta hoy sea el cumpleaños de Iñigo Argomaniz! Queríamos agradecer a la Peña Anastasio de todo corazón esta candidatura al Tambor y el detalle de hacernos tambor de honor de su tamborrada. Esperamos esta tarde estar a la altura de una de las tamborradas de más tradición y solera de todo Donosti. Nos habíamos propuesto dejar de lado todo lo profesional pero es que Ander, Ane, Gon, Virginia o Iñigo, al igual que todo Get In, hace ya años que dejaron de ser los mejores consejeros que jamás ha tenido este grupo para convertirse en amigos con los que brindar también hoy esta noche.
Contábamos al principio que mientras La Oreja de Van Gogh se lleva los titulares millonarios, Leire, Pablo, Álvaro, Haritz y Xabi viven el día a día más sosegado y donostiarra que se pueda uno imaginar. Por lo mismo es imposible comprender al grupo, otra vez la cara visible, sin conocer las personas que lo rodean.
Nos hubiera encantado que Amaia hubiera estado aquí junto a nosotros cinco recogiendo este tambor que, naturalmente, también le pertenece. Aún nos queda mucho camino por recorrer pero a día de hoy gran parte de la historia de La Oreja de Van Gogh se ha escrito con ella, de ahí que fuera la primera persona a quién llamamos nada más regresar del concierto de Buenos Aires donde recibimos la noticia. Como todos sabéis las cosas le van muy bien y lo malo de lo bueno es que hoy le ha sido imposible venir. Por supuestísimo, también va por ti Amaia.
Nuestros padres han sido y son figuras clave para entender nuestra trayectoria. Apenas contábamos 20 años cuando nos sobrevino un repentino éxito que requería de una templanza que, sin la experiencia y la sabiduría de los aitas, corríamos el riesgo de digerir fatal. Se encargaron de recordarnos que no dejáramos los estudios hasta que no fuera necesario (que siguiéramos yendo al Uda Berri, vamos) y nos previnieron de la mentirosa vida fácil, de las vacuas amistades interesadas y de lo horteras que son los Ferraris. Hoy es nuestro día, así que dejadnos decir que somos nosotros los que estamos orgullosos de vosotros y que, en fin, os queremos mucho.
Siempre contamos por el mundo que San Sebastián es el escenario de la mayoría de nuestras canciones. Lo que solemos guardarnos para nosotros es que a las protagonistas de esas mismas canciones, no sólo las conocemos, sino que son las que custodian nuestros corazones desde hace ya muchos años. Pacientes y comprensivas, cariñosas e independientes, habéis hecho añicos el tópico de la incompatibilidad de una vida artística con el amor de verdad. Infinitamente discretas y a la vez profundamente inspiradoras sois parte de una vida que sólo será feliz si seguís cerca de nosotros.
Los amigos de siempre, muchos incluso desde muy niños, nos habéis seguido con una paciencia casi bíblica desde el principio siguiéndonos allí donde fuera que tocáramos. En realidad no era más lejos que el bar El Moro o el Txukun de lo viejo pero la verdad es que soportar lo mal que tocábamos era una inversión en amistad que pocos hubieran hecho. No os imagináis qué reconfortante es volver y tomar una copa mezclando los viejos chistes con los nuevos cotilleos… Nuestro San Sebastián, además de un conjunto arquitectónico y natural precioso, sois vosotros, con tantos recuerdos pasados y por lo menos otras tantas aventuras por venir.
Necesitamos añadir también que este Tambor de Oro no es del todo nuestro. Después de todo La Oreja de Van Gogh nace en una ciudad cortada al gusto de todos los donostiarras por Odón Elorza y los concejales de los diferentes partidos. Nos gusta pensar en Donosti como un espejo de pluralidad, donde no hay espacio para la intolerancia, en el que otros lugares se puedan mirar más pronto que tarde. En otro lugar donde la cultura no estuviera tan mimada nunca hubiéramos creado un grupo de música igual, ni tampoco nos hubieran abierto camino Duncan Dhu, 21 Japonesas o La Buena Vida. Este tambor tampoco es totalmente nuestro porque, no lo olvidemos, la única diferencia entre La Oreja en el primer año de la facultad y la que hoy hace giras por Estados Unidos es la cantidad de gente que nos sigue. Sois vosotros, y sólo vosotros, los que hacéis grande al grupo y los que, apoyándolo, promovéis el nombre de nuestra ciudad por el planeta. Por nuestra parte tan sólo continuamos con nuestra afición, igual que cuando vendíamos maquetas en el Pokhara por 500 pesetas.
Como no hay peor cosa en una fiesta que un pesado que no calla nos vamos a despedir. Tened claro todos que con este premio, el más bonito de nuestra vida, habéis hecho felices a estos cinco amigos a los que la música, como el sirimiri, nos empapó sin darnos cuenta. Prometemos a cambio que, al menos durante este 2010, ni tiraremos la basura al contenedor fuera de horas ni se nos pasará ponerle la OTA al coche.
Mientras quede un beso por explicar, mientras quede un atardecer distinto a otro, mientras sigamos sin entender qué nos hace reír o llorar, mientras quede alguien que necesite gritar te quiero o mientras alguien se despierte por la noche deseando escucharlo… La Oreja de Van Gogh tendrá una buena razón para seguir adelante.
Nos veremos por las calles, como siempre. Gracias de todo corazón.
Leire, Pablo, Álvaro, Haritz y Xabi /LA OREJA DE VAN GOGH
A lo largo de estos trece años La Oreja de Van Gogh ha recibido decenas de premios por todo el mundo pero nuestra experiencia hoy no sirve de nada al subir aquí para recoger el más bonito de todos ellos.
Apenas pasamos los treinta y nuestra música ya nos ha llevado por más países de los que sabríamos señalar en un mapa, nuestros discos se han vendido por millones y por millones también se cuentan las personas que nos han visto en concierto. Pero en realidad todo eso ya lo sabíais.
Lo que no sabéis todos, por gracia y por desgracia de los titánicos lanzamientos discográficos, es que todo nace aquí, en nuestra ciudad, en un ambiente absolutamente íntimo y relajado. El marketing nunca nos reflejará en pijama repasando la letra de alguna canción en casa de los aitas o con cara de recién levantados en el legendario Amara-Sanitaria que nos lleva al local donde ensayamos cada mañana. Sin embargo, ésa es una realidad con la que nos identificamos mucho, muchísimo más que con la que nos sitúa en la alfombra roja de los Grammy.
Hoy todo es diferente, muchos de los que habéis venido conocéis al grupo desde dentro y sabéis de sobra que, en lo esencial y a pesar de lo que digan nuestra báscula y nuestro peluquero, poco ha cambiado desde aquel verano que, sentados en la playa de Ondarreta, estos amigos decidiéramos juntarnos para aprender a tocar nuestras canciones favoritas.
Desde los comienzos ha quedado todo en casa y la universidad nos enseñó a quedar cada mañana en el Koldo Mitxelena para, seamos sinceros, terminar tomando un interminable café en el Uda Berri hablando de música más que de derecho natural o macroeconomía. Al principio ocasionalmente y al final casi como una costumbre, los ensayos del fin de semana comenzaron a conquistar terreno al viernes, luego al jueves, miércoles…
Así, poco a poco y sin darnos cuenta, exactamente como se hacen las cosas con el corazón, íbamos escribiendo las canciones que, aunque aún no lo sabíamos, más tarde se convertirían en nuestro primer disco gracias Jennifer Ces, una donostiarra medio londinense que dejó de dar clases de inglés en el San Patricio para trabajar en Sony Music. Creyó en nosotros más que nosotros mismos y de no haber sido por su cabezonería ninguno de los que estamos aquí podríamos contar a nuestros futuros nietos que eso de la estantería es un Tambor de Oro.
Canciones como el 28, escrita entre todos comiendo un bocadillo en un bar de Virgen del Carmen, cerca de nuestro antiguo local en Egia, de pronto se convirtieron en “costumbristas composiciones con reminiscencias de soul blanco” para alucine general. Nuestra afición, nuestro plan de amigos, todo comenzó a proyectarse amplificado como las sombras chinescas, que convierten las dos manos ingenuas de un niño en un flamante cóndor gigantesco. ¿Cómo se le explica a un periodista de Los Ángeles que el nombre del grupo se nos ocurrió aburridos en la cafetería Txalaparta de Amara porque necesitábamos uno para un concierto en el bar Dioni’s? ¿Cómo contamos en un reportaje mexicano que necesitábamos la opinión de las chicas del Eroski de encima del local para elegir las canciones de un disco? ¿Cómo se le cuenta a la audiencia de un programa en Colombia que aquellas historias de amor solían comenzar cualquier sábado en la calle San Bartolomé? Ahora ya lo sabéis, este acto tan familiar y entrañable que estamos viviendo con vosotros pronto se convertirá en un “solemne y multitudinario acto en el que el quinteto donostiarra hizo una semblanza de su trayectoria, blah, blah…”
Este 20 de Enero lo recordaremos para siempre como el día perfecto. Es el comienzo de un 2010 soñado, repleto de proyectos y buenas noticias. A Paula, la primera sobrina del grupo, la acompañan en el cargo María y Sofía desde hace escasísimas semanas (Pablo y Haritz son hoy los únicos presentes que han dormido poco sin haber estado de juerga). Otros finalmente daremos el paso de casarnos mientras estamos dedicados a la composición de un nuevo disco, quizá nuestro período favorito ¡Parece providencial que hasta hoy sea el cumpleaños de Iñigo Argomaniz! Queríamos agradecer a la Peña Anastasio de todo corazón esta candidatura al Tambor y el detalle de hacernos tambor de honor de su tamborrada. Esperamos esta tarde estar a la altura de una de las tamborradas de más tradición y solera de todo Donosti. Nos habíamos propuesto dejar de lado todo lo profesional pero es que Ander, Ane, Gon, Virginia o Iñigo, al igual que todo Get In, hace ya años que dejaron de ser los mejores consejeros que jamás ha tenido este grupo para convertirse en amigos con los que brindar también hoy esta noche.
Contábamos al principio que mientras La Oreja de Van Gogh se lleva los titulares millonarios, Leire, Pablo, Álvaro, Haritz y Xabi viven el día a día más sosegado y donostiarra que se pueda uno imaginar. Por lo mismo es imposible comprender al grupo, otra vez la cara visible, sin conocer las personas que lo rodean.
Nos hubiera encantado que Amaia hubiera estado aquí junto a nosotros cinco recogiendo este tambor que, naturalmente, también le pertenece. Aún nos queda mucho camino por recorrer pero a día de hoy gran parte de la historia de La Oreja de Van Gogh se ha escrito con ella, de ahí que fuera la primera persona a quién llamamos nada más regresar del concierto de Buenos Aires donde recibimos la noticia. Como todos sabéis las cosas le van muy bien y lo malo de lo bueno es que hoy le ha sido imposible venir. Por supuestísimo, también va por ti Amaia.
Nuestros padres han sido y son figuras clave para entender nuestra trayectoria. Apenas contábamos 20 años cuando nos sobrevino un repentino éxito que requería de una templanza que, sin la experiencia y la sabiduría de los aitas, corríamos el riesgo de digerir fatal. Se encargaron de recordarnos que no dejáramos los estudios hasta que no fuera necesario (que siguiéramos yendo al Uda Berri, vamos) y nos previnieron de la mentirosa vida fácil, de las vacuas amistades interesadas y de lo horteras que son los Ferraris. Hoy es nuestro día, así que dejadnos decir que somos nosotros los que estamos orgullosos de vosotros y que, en fin, os queremos mucho.
Siempre contamos por el mundo que San Sebastián es el escenario de la mayoría de nuestras canciones. Lo que solemos guardarnos para nosotros es que a las protagonistas de esas mismas canciones, no sólo las conocemos, sino que son las que custodian nuestros corazones desde hace ya muchos años. Pacientes y comprensivas, cariñosas e independientes, habéis hecho añicos el tópico de la incompatibilidad de una vida artística con el amor de verdad. Infinitamente discretas y a la vez profundamente inspiradoras sois parte de una vida que sólo será feliz si seguís cerca de nosotros.
Los amigos de siempre, muchos incluso desde muy niños, nos habéis seguido con una paciencia casi bíblica desde el principio siguiéndonos allí donde fuera que tocáramos. En realidad no era más lejos que el bar El Moro o el Txukun de lo viejo pero la verdad es que soportar lo mal que tocábamos era una inversión en amistad que pocos hubieran hecho. No os imagináis qué reconfortante es volver y tomar una copa mezclando los viejos chistes con los nuevos cotilleos… Nuestro San Sebastián, además de un conjunto arquitectónico y natural precioso, sois vosotros, con tantos recuerdos pasados y por lo menos otras tantas aventuras por venir.
Necesitamos añadir también que este Tambor de Oro no es del todo nuestro. Después de todo La Oreja de Van Gogh nace en una ciudad cortada al gusto de todos los donostiarras por Odón Elorza y los concejales de los diferentes partidos. Nos gusta pensar en Donosti como un espejo de pluralidad, donde no hay espacio para la intolerancia, en el que otros lugares se puedan mirar más pronto que tarde. En otro lugar donde la cultura no estuviera tan mimada nunca hubiéramos creado un grupo de música igual, ni tampoco nos hubieran abierto camino Duncan Dhu, 21 Japonesas o La Buena Vida. Este tambor tampoco es totalmente nuestro porque, no lo olvidemos, la única diferencia entre La Oreja en el primer año de la facultad y la que hoy hace giras por Estados Unidos es la cantidad de gente que nos sigue. Sois vosotros, y sólo vosotros, los que hacéis grande al grupo y los que, apoyándolo, promovéis el nombre de nuestra ciudad por el planeta. Por nuestra parte tan sólo continuamos con nuestra afición, igual que cuando vendíamos maquetas en el Pokhara por 500 pesetas.
Como no hay peor cosa en una fiesta que un pesado que no calla nos vamos a despedir. Tened claro todos que con este premio, el más bonito de nuestra vida, habéis hecho felices a estos cinco amigos a los que la música, como el sirimiri, nos empapó sin darnos cuenta. Prometemos a cambio que, al menos durante este 2010, ni tiraremos la basura al contenedor fuera de horas ni se nos pasará ponerle la OTA al coche.
Mientras quede un beso por explicar, mientras quede un atardecer distinto a otro, mientras sigamos sin entender qué nos hace reír o llorar, mientras quede alguien que necesite gritar te quiero o mientras alguien se despierte por la noche deseando escucharlo… La Oreja de Van Gogh tendrá una buena razón para seguir adelante.
Nos veremos por las calles, como siempre. Gracias de todo corazón.
Leire, Pablo, Álvaro, Haritz y Xabi /LA OREJA DE VAN GOGH